El Bengalí es popularmente conocido como el gato leopardo, sin lugar a dudas, por el parecido físico con el salvaje felino. Se trata de animales de gran inteligencia, curiosos y juguetones. Les agrada el agua, herencia de sus antepasados selváticos. El porte es elegante, aunque de aspecto fuerte, debido a su musculatura y a la robustez de sus huesos.
Origen:
El gato Bengalí se originó a partir del cruce entre un gato doméstico y otro salvaje; el gato leopardo de Asia (Felis bengalis). Hacia 1963, una experta en genética, la norteamericana Jean Mill, inició el programa de cría. La consolidación de la raza se produciría en la década de 1970 tras cruces posteriores con otras razas como Mau Egipcio, Ocicat, Abisinio y Siamés.
Aspecto:
El Bengalí es un gato mediano; compacto y musculoso, con extremidades fuertes. Ojos grandes y ovalados, nariz larga y ancha con la punta rojiza, característica de los tonos Tabby. Pelo corto de textura muy suave. El manto ha de ser Tabby (atigrado), el color de base puede ser marfil, crema, naranja o dorado. Las manchas del moteado serán oscuras, en tonos negros, chocolate o canela.
Comportamiento:
El Bengalí es un gato de carácter fuerte. Suele adaptarse bien a la convivencia familiar, aunque no hay que descartar comportamientos puntuales de inestabilidad producidos por su legado salvaje. Puede vivir en distintos ambientes, sin embargo, es preferible que dispongan de jardín o terraza.
Cuidados y salud:
El gato Bengalí no necesita una atención demasiado meticulosa, por su pelaje corto, bastaría con cepillarlo de vez en cuando para mantener el pelaje brillante y también para evitar la acumulación de pelo muerto.
Aunque no es habitual, pueden aparecer cuadros puntuales de inestabilidad emocional. Esto es debido a sus genes primarios más salvajes. Las organizaciones competentes recomiendan más de cuatro generaciones de cruces con gatos domésticos para afianzar los genes de la domesticación.
[size=65:10bc6m2a]Fuente texto: MundoAnimalia[/i:10bc6m2a][/size:10bc6m2a]