Los animales también se automedican, y no solo los evolucionados, sino también otros más básicos como las abejas o las moscas.
Esta práctica altera la evolución de su sistema inmune, e influye también en los humanos, de manera indirecta. Además, los medicamentos que ingieren podrían ayudarnos a encontrar nuevos tratamientos.
El concepto de automedicación no es exclusivo del Homo sapiens . Se conocen muchas especies de animales que deciden ingerir ciertas sustancias por su interés farmacológico y no solo por cuestiones de nutrición. No obstante, es un fenómeno poco estudiado en la naturaleza.
Varios expertos en ecología y biología evolutiva analizan las causas de este comportamiento en un artículo publicado ayer en Science, y centrado en el uso de la automedicación para curar o prevenir enfermedades parasíticas.
Aunque los chimpancés buscan hierbas medicinales para purgarse de posibles parásitos, no solo se automedican las especies de animales con una alta capacidad para observar y aprender. De hecho, muchos lo hacen mediante comportamientos innatos, no aprendidos.
En el artículo, resumido por SINC, los autores exponen varias consecuencias de la automedicación, que incluso pueden afectar al ser humano de manera indirecta.
En primer lugar, influye en la transmisión y virulencia del parásito. Por ejemplo, cuando la mariposa monarca deposita sus huevos en asclepias –plantas herbáceas–, tóxicas para los parásitos, estos aumentan su virulencia.
La respuesta inmune de estos animales –que tiene un costo muy alto–, puede reducirse o incluso eliminarse por efecto de la automedicación. Es el caso de las abejas, que al utilizar antimicrobianos en sus nidos han evolucionado hasta perder ciertos genes inmunológicos.
Además, los autores se atreven a pronosticar que, si se llevan a cabo más estudios, podrá observarse que los huéspedes han adaptado su comportamiento a sus parásitos, y que la automedicación está más extendida de lo que se creía.
Fuente: Tendencias 21