Cuando los veterinarios de la protectora lo vieron por primera vez no podían creerse que lo que tenían delante fuese un Shih Tzu de color blanco.
Los responsables de la protectora tuvieron que sedarlo para cortarle el pelo, una dura labor a la que le dedicaron nada menos que cinco horas. Aprovecharon que el animal estaba dormido para colocarle un abrigo.
Bentley ha sido rehabilitado para poder volver a confiar en el ser humano y no tener miedo cuando alguien intenta tocarle. Ahora desde el centro buscan un hogar.