Las familias de acogida, paso previo a la adopción, cuidan de animales enfermos o que requieren cuidados especiales.
Las familias de acogida son vitales para el funcionamiento de las protectoras. Ellas son el paso previo a la adopción. No solo mantienen perros que ya están adoptados en los días previos al viaje, mientras se preparan sus papeles y se organiza el traslado. Las acogidas permiten, cuidar animales enfermos lejos de otros perros, cuidar a cachorros o vigilar de cerca a perros desnutridos que requieren mayores cuidados durante más tiempo.
«Merece la pena, todo son ventajas». Así piensa una madre de acogida. Ella, su marido y su hijo han cuidado a seis cachorros en acogida. «Nos mandan cachorros porque nosotros ya tenemos dos perros adultos». Ahora con ellos está Duque, un pequeño de unos cinco meses que no para ni un segundo. «Es el más travieso que hemos tenido, tiene muchísima energía». Empezaron con Pancho, cuya marcha costó más de una lágrima. «Pero luego las familias de adopción mandan las fotos y te das cuenta de que merece la pena, ellos están mejor». Poco a poco se han ido acostumbrando a las idas y venidas de los cachorros, sobre todo el hijo que, asegura, «ya no lloro porque sé que hacemos una buena obra y sé que son felices donde están ahora».
Todo empezó porque su marido quería colaborar con una protectora, pero quería hacer algo en familia. Ahora están seguros de que la decisión fue buena, a pesar de que «los cachorros dan mucho trabajo». Para esta familia merece la pena y no dudan en animar a la gente a que acojan, aunque advierten: «Esto es duro porque no siempre llegan bien y requieren muchos cuidados. Hay que amar a los animales para aceptar este reto».