Un estudio realizado en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y dado a conocer en «BMC Medicine». Sugiere que los estilos de alimentación no están solo estrechamente vinculados a la salud y el bienestar físico, sino que también tienen una alta incidencia en la salud mental.
El estudio coordinado por la investigadora Almudena Sánchez-Villegas consistió en una extensa investigación en la que participaron más de 15.000 personas y que básicamente radicó en seguir la dieta alimenticia de los participantes y la incidencia de la misma en su salud mental.
Los investigadores se encargaron de analizar en conjunto los diferentes patrones alimenticios saludables que eran seguidos por los participantes desde la perspectiva de los mismos y en base a los resultados determinaron su relación final en cuanto al riesgo de padecer depresión.
Esto se llevó a cabo comparando tres diferentes dietas: mediterránea, patrón dietético pro-vegetariano y ‘Alternative Healthy Eating Index-2010’,en base a estas se utilizó una especie de puntuación en la que el participante evaluaba que tan bien le funcionaba ese tipo de alimentación, a mayor puntaje mejor era la alimentación según el encuestado.
Los alimentos altos en vitaminas, minerales, fibra y grasas saludables como Omega-3 eran calificados de manera positiva, en cambio los altos en grasas saturas, carbohidratos y azucares se calificaban de manera negativa.
La dieta que mayor incidencia demostró fue la Alternative Healthy Eating Index-2010 cuya estructura es similar a la dieta mediterránea, esto significa que una dieta en la que predominan alimentos como, legumbres, vegetales, frutas, frutos secos y consumo moderado de alcohol, tiene mayor incidencia en la reducción de probabilidades de padecer depresión.
Los cuestionarios que se encargaban de evaluar la ingesta alimentaria de los participantes se completaron al iniciar el proyecto y por segunda vez transcurridos 10 años. En este entonces 1.550 de los encuestados informaron haber tenido un diagnóstico clínico de depresión o de haber consumido fármacos antidepresivos, posterior a una media de seguimiento de 8,5 años.
Esta investigación forma parte también del Proyecto SUN (Seguimiento Universidad de Navarra), que se inició el 21 de diciembre de 1999. Esta cohorte se ha usado en la identificación de los factores determinantes de una dieta alimenticia saludable como estilo de vida y como esto influye en diversos trastornos, especialmente en la depresión.
Según las conclusiones de Sánchez-Villegas y de la investigación en general, el éxito de ambas dietas radica en sus propiedades nutricionales, y demuestra que una alimentación saludable puede hacer la diferencia no solo en la salud física, sino que también en cuanto ala salud mental, con la posibilidad de reducir el riesgo de depresión.
Una gran limitante en esta investigación fue que los resultados fueron basados en la alimentación que aseguraron llevar los participantes y en su diagnóstico propio de depresión. Esto lleva a concluir la necesidad de investigar para poder tener un panorama más claro en cuanto al papel que juega la alimentación de un individuo en su salud mental.