Podría sonar como mentira, pero nuestros bebés desde el momento en que nacen, nos engañan con sus llantos, nos hacen “lágrimas de cocodrilo” pues lloran sin lágrimas.
Los bebés humanos son los únicos seres vivos que sonríen intencionadamente a sus padres, es un dato poco conocido, pues en el mundo animal las emociones no parecen tener efecto tan visible. La mayor parte de los bebés reconocen la voz de su madre durante el parto y esto es lo único que los tranquiliza. Apenas nacen la reconocen inmediatamente y sonríen, pues la han estado escuchando por nueve meses de embarazo, pero tardan unos 14 días en reconocer la voz de su padre, pues no tienen contacto tan cercano con él.
Todos hemos notado que algo que caracteriza a los bebés es su cabeza de gran tamaño, no es proporcional al resto de su cuerpo, al grado de que solo representa un cuarto de su peso total. Nuestro bebé puede perder mucho cabello al estar manipulándolo pero volverá a crecer en poco tiempo y si notamos alguna deformidad en su cabeza puede ser causado por haber atravesado el parto, en algunos casos es normal pero debe consultar a su médico o pediatra para más información.
Su cerebro al nacer es solo el 10 por ciento del peso total de su cuerpo, mientras que en un hombre adulto esta cifra baja al 2 por ciento. Hasta un periodo que comprenda a los seis o siete meses, su organismo sigue teniendo capacidades de adaptarse rápidamente al medio acuático, y nacen con habilidad empírica de nadar y aguantar la respiración naturalmente. Esta capacidad de retener el aire es la que utilizan para alimentarse del pecho materno, para poder estar respirando y tragando al mismo tiempo.
Existen casos en los que nuestro hijo puede presentar ojos azules, aunque en nuestra familia no exista nadie con esta característica, pero es un problema común que se debe a la pigmentación, que se irá desarrollando con el tiempo después de su nacimiento.
Otro consejo es no poner de pie a nuestro bebé pues aún no se desarrollan sus músculos, y sus piernas están inactivas. Sus rodillas aún se encuentran sin rótulas ya que están llegan a desarrollarse completamente después de los seis meses y un año de vida. Un dato curioso es que a los bebés no les huele el aliento pues como no tienen dientes, no hay un lugar en el que se alojen bacterias que son responsables de la halitosis.
Para los que tenemos hijos buscamos disfrutarlo y aprovecharlo al máximo pues ellos crecen tan rápido que uno se queda con ganas de vivirlo más tiempo. Al nacer, duplican su peso a los seis meses y poco después al final del primer año lo triplican.