Al hablar de radicales libres nos referimos a átomos o incluso grupos de átomos cuya composición incluye un electrón no aparejado y con capacidad de aparejarse, hecho que los hace muy inestables y reactivos.
Estos radicales son producidos por nuestro cuerpo y pueden volverse un verdadero peligro para nuestra salud si no se cuenta con la protección antioxidante adecuada.
El problema con los radicales libres
Los radicales libres atacan diaria y constantemente a las cadenas de ADN, las proteínas, hidratos de carbono y grasas de nuestro organismo, y si no se les controla pueden causar daños potencialmente graves. Básicamente, lo que ocurre es que estos radicales buscan aparejarse con un electrón de otro átomo y así llegar al equilibrio. Pero el problema es que el átomo que cede el electrón se termina convirtiendo en otro radical libre y de esta forma se origina una reacción en cadena, que a la larga daña las células, produce enfermedades y nos hace envejecer prematuramente.
Otra forma de explicar el problema con los radicales libres es que producen la oxidación de las células al introducir oxígeno a las mismas.
Como se producen
Los radicales libres se liberan en el cuerpo a medida que los alimentos que ingerimos son metabolizados para producir energía en las células. También pueden provenir del ambiente a través de factores como la contaminación ambiental, las radiaciones que vienen de los rayos ultravioleta del sol, el humo producido por el tabaco o por el tubo de escape de los autos, etc.
Finalmente, nuestro cuerpo también produce radicales libres con el objetivo de luchar contra los efectos dañinos de virus y bacterias, por lo que en cierta forma son también un mecanismo de defensa creado por nuestro organismo pero que debe controlarse a través de la protección antioxidante para evitar que su acción se vuelva nociva.
Los antioxidantes
Los antioxidantes son compuestos que liberan electrones en la sangre, que se aparean con los de los radicales libres y originan así una molécula estable.
Precisamente por esto es importantísimo seguir una dieta rica en alimentos antioxidantes. Para ello, lo primordial es mantener una dieta saludable y balanceada, que incluya alimentos naturales y frescos, como las frutas, hortalizas, verduras, legumbres frutos secos, pescado y té verde.