El crecimiento constante de la población humana mantiene una presión en aumento sobre los recursos del planeta. Cada vez somos más y necesitamos más espacio y más comida, a la vez que producimos más desechos y desperdicios. Y en nuestra búsqueda de nuestro justo sustento, trastocamos el orden natural prevaleciente durante miles y cientos de miles de años, provocando una cadena de eventos que van desde la variación del clima hasta la extinción de especies y desaparición de ecosistemas completos.
La raza humana seguirá creciendo. La tecnología seguirá avanzando. Sólo bajo la luz de estas dos realidades podemos intentar exitosamente preservar la naturaleza a largo plazo. La ciencia y el desarrollo no son nuestro enemigo. El hombre y la civilización tampoco, siendo nuestra creencia que sólo la tecnología podrá ayudarnos a preservar el medio ambiente y el equilibrio en el planeta.
Las Ballenas
Ballena (mamífero), nombre genérico que reciben los mamíferos marinos que constituyen el orden de los Cetáceos. Se diferencian del resto de mamíferos en que pasan toda su vida, desde que nacen hasta que mueren, en el agua. El término cetáceo se utiliza para nombrar de forma general a las 78 especies que existen de ballenas, delfines y marsopas.
La investigación científica ha demostrado que las ballenas descienden de un animal terrestre con cuatro extremidades, tal vez un ungulado primitivo (mamífero con pezuñas), que puede haber dado lugar a los ungulados modernos. Los primeros restos fósiles de ballena conocidos datan de hace 52 millones de años, pero muchos científicos estiman que el origen de estos animales se remonta aún más atrás, hace 60 millones de años. Hace poco se han descubierto esqueletos fósiles de cetáceos en Pakistán que datan del eoceno y que indican que las primeras ballenas ondulaban la columna vertebral para nadar y mover la parte final del cuerpo en sentido vertical, arriba y abajo, de modo similar a como lo hacen las nutrias modernas.
La mayoría de las ballenas pequeñas, los delfines y las marsopas, pertenecen al suborden de ballenas con dientes u Odontocetos. Los cetáceos tienen los dientes todos iguales, tanto en el tamaño como en la forma, y se alimentan de peces, calamares, crustáceos y otros invertebrados; una especie, la orca, tiene una dieta más variada que incluye aves y mamíferos marinos. En general, a las especies mayores de 4 o 5 m de longitud se les llama ballenas, mientras que las especies más pequeñas forman el grupo de los delfines y las marsopas. Una ballena con dientes es el cachalote; el macho alcanza una longitud de
18,3 m y la hembra de 12,2 m. Fue una especie muy cazada en el pasado; sin embargo, otras especies, se utilizan más en las exhibiciones de zoológicos y acuarios.
El resto de especies pertenecen al suborden de las ballenas con barbas o Misticetos. Este grupo está formado por diez especies todas han sido o son cazadas con fines comerciales y se caracterizan porque de la mandíbula superior cuelgan una serie de placas córneas llamadas barbas. El número de barbas oscila entre 160 y 360 en cada lado de la mandíbula y presentan en su borde interior un aspecto filamentoso. Las barbas se utilizan a modo de filtro para capturar el plancton o el krill que constituye la dieta de estos animales; cuando se alimentan, las ballenas abren la boca para que penetre la mayor cantidad de agua posible; después, la cierran y presionan con la lengua hacia arriba y contra la franja filamentosa de las barbas para expulsar el agua de la boca, de forma que el alimento quede atrapado en ellas.
Es probable que el animal más grande que haya vivido alguna vez sea el rorcual o ballena azul, que puede medir hasta 30,5 m de largo y pesar más de 200 toneladas. Las ballenas con barbas suelen pasar el verano en las aguas polares, donde abunda el plancton y disponen de comida abundante, después migran hacia el sur, hacia las zonas templadas y tropicales, para pasar el invierno y reproducirse.
Anatomía General de la ballena
La adaptación a la vida acuática de las ballenas ha sido de tal magnitud que su apariencia recuerda por completo a la de un pez. Las extremidades anteriores han evolucionado hasta convertirse en aletas; aunque sus huesos todavía muestran reminiscencias de elementos óseos articulados terminados en dedos, las extremidades posteriores se han perdido por completo y no hay ninguna conexión anatómica entre éstas y la cola. La cola es grande, dispuesta en un plano horizontal y constituye el principal órgano propulsor en el desplazamiento de la ballena; además, no contiene hueso sino tejido elástico y fibroso que le confiere firmeza y flexibilidad.
Por otro lado, el cuerpo está cubierto por una capa de grasa que ayuda a la flotación del animal, a mantener el calor y como medio para almacenar energía. La piel de las ballenas carece de glándulas sudoríparas, de glándulas sebáceas y de pelo.
Al igual que otros mamíferos, las ballenas tienen pulmones. Respiran a través de uno o un par de orificios (espiráculos), situados encima de la cabeza y al contrario de lo que se cree, no expulsan agua cuando exhalan el aire y forman el característico surtidor. Éste varía en longitud y forma según la especie de que se trate; consiste en vapor de agua más una cantidad pequeña de agua que queda en la depresión situada alrededor del espiráculo y que es lanzada a la atmósfera cuando la ballena expulsa el aire de los pulmones.
Las ballenas presentan una serie de adaptaciones fisiológicas que les capacita para sumergirse a profundidades bastante grandes. En primer lugar, tienen un volumen de sangre mayor al de los mamíferos de tamaño y peso similar, y una capacidad mayor para almacenar oxígeno en la sangre y en los tejidos musculares. En segundo lugar, en cada inspiración se renueva entre el 80% y el 90% del aire de los pulmones frente al 10% o 20% de la mayoría de los mamíferos terrestres. En tercer lugar, las ballenas presentan cierta resistencia a acumular dióxido de carbono en los tejidos, pues es la acumulación de éste, en lugar de la falta de oxígeno, lo que desencadena la respuesta respiratoria involuntaria de los mamíferos.
Las ballenas con barbas pueden aguantar la respiración hasta 50 minutos cuando bucean y los cachalotes hasta 75 minutos; éstos suelen alcanzar profundidades de 460 m para buscar una de sus presas favoritas, el calamar gigante. Por último, las ballenas son capaces de restringir el riego sanguíneo sólo a órganos vitales durante una inmersión profunda, de manera que dichos órganos no se dañen por la falta de oxígeno.
Ciclo biológico
La reproducción de las ballenas es en esencia similar a la del resto de mamíferos. Tras alcanzar la madurez sexual, los animales llevan a cabo un cortejo después del cual viene la cópula, que en el caso de las ballenas tiene lugar en el agua (no se sabe si las parejas permanecen después juntas o no). La hembra pare una sola cría tras un periodo de gestación que varía entre nueve y dieciséis meses según la especie.
El joven ballenato puede nadar desde el mismo instante en que nace, y subir sin ningún tipo de ayuda hasta la superficie para respirar por primera vez. Poco después comienza a tomar leche de cualquiera de las dos mamas situadas a cada lado de la abertura genital de la madre. La leche de ballena es muy nutritiva y el ballenato crece muy deprisa. Por ejemplo, la cría recién nacida de una ballena azul, que mide 7 m de longitud y pesa 1,8 toneladas, dobla su peso en su primera semana de vida; cuando tenga siete meses de edad medirá 17 m de largo y pesará 22 toneladas. Es posible que las crías sean destetadas entre ocho meses y dos años después de su nacimiento; sin embargo, la edad a la que comienzan a llevar una vida independiente se desconoce en la mayor parte de las especies. En algunas, como en la orca, parece que los jóvenes siempre permanecen junto al grupo familiar, que oscila entre cinco y doce individuos.
Las ballenas alcanzan la madurez sexual entre los seis y trece años de edad. La longevidad depende de las especies; las ballenas con dientes pequeños como la beluga vive unos 30 años, las grandes como el cachalote unos 70 años y las ballenas con barbas es probable que lleguen a vivir 80 años. Sin embargo, no todas las ballenas llegan a estas edades; enfermedades, accidentes y ataques de los depredadores (orcas, tiburones y el ser humano), impiden que esto suceda.
Sentidos e inteligencia
El oído es el sentido más importante de las ballenas. Se sabe que producen al menos dos tipos de sonidos: los que intervienen en su sistema de ecolocación y las vocalizaciones. Es probable que ambos se produzcan como consecuencia del movimiento del aire al entrar y salir de los sacos nasales. Los sonidos de ecolocación funcionan como una especie de sonar biológico, mientras que las vocalizaciones son las conocidas canciones de las ballenas parecen ser más bien un medio de comunicación entre los miembros de la misma especie.
Es muy probable que las marsopas, los delfines y las ballenas puedan explorar su entorno utilizando ecolocación. Gracias a este sistema estos animales discriminan con precisión el tamaño o la distancia a la que se encuentra un objeto. Para ello, dirigen hacia éste los sonidos producidos en una zona de la cabeza que, después de rebotar en el objeto, vuelven hacia el animal y le proporcionan toda la información necesaria. Como el medio de propagación de los sonidos es el agua los cetáceos no han desarrollado un pabellón auditivo externo, elemento muy útil para el resto de mamíferos terrestres, pues ayuda a dirigir los sonidos hacia el interior del oído. Es fácil deducir que la ecolocación es de mayor ayuda y supone una gran ventaja a la hora de orientarse, navegar o capturar presas en la oscuridad o en aguas turbias. Por otro lado, esto no supone que los cetáceos tengan una visión pobre: por ejemplo, la agudeza visual de la orca bajo el agua es igual a la de un mamífero terrestre como el gato. La ecolocación ha sido estudiada sobre todo en el delfín mular y todavía se discute si la producción de sonidos similares por parte de otros cetáceos es un sistema de ecolocación verdadero.
Todas las capacidades y adaptaciones que presentan las ballenas han dado lugar a muchas especulaciones sobre su inteligencia. Los cetáceos son los únicos animales (con excepción del elefante) que tienen un cerebro más grande que el del ser humano. El peso medio del cerebro de un cachalote es de 9 kg, el de un elefante de 4,5 kg, el del delfín mular de 1,7 kg y el del ser humano de 1,35 kg; sin embargo, todavía no se sabe si hay una relación entre el tamaño del cerebro y la inteligencia. En cautividad, las ballenas y los delfines muestran una gran capacidad para aprender, pero como la observación de los cetáceos en estado natural es muy difícil, se sabe muy poco de su vida en estado salvaje.
Algunas especies son solitarias la mayor parte de su vida, mientras que otras viven en grupos familiares o forman grupos de cientos de individuos. Las orcas muestran un comportamiento de cooperación muy desarrollado cuando cazan, lo que indica que debe haber una comunicación muy activa entre los miembros del grupo. A pesar de toda la literatura escrita sobre el lenguaje de los cetáceos y su posible similitud con la comunicación humana todavía no hay nada probado ni definitivo.
El misterioso canto de las ballenas
Hace más de cincuenta millones de años, un grupo de mamíferos terrestres, denominado Archaeocetos (de donde surgen los dos grupos de cetáceos) se aventuró en el mar. Pero el regreso al agua, implicó solucionar una serie de problemas que han sido verdaderos retos evolutivos. Los más importantes son el mantenimiento de la temperatura corporal en un líquido donde la pérdida de calor es más rápida; la configuración de un cuerpo hidrodinámico para moverse ágilmente en un fluido más denso que el aire; la resistencia a una presión de muchas más atmósferas que en tierra; la respiración pulmonar allí donde la mayoría de sus cohabitantes extraen el oxígeno directamente del agua a través de branquias; el parto y alimentación de las crías en un medio frío, irrespirable y difícil para el amamantamiento; o el desarrollo de los sentidos donde el tacto y el olfato tienen un papel menor, la visión se reduce con la profundidad y la comunicación está sujeta a las leyes del sonido en el agua, donde su transmisión es mayor.
Las respuestas han sido espectaculares. Convirtieron sus extremidades en aletas; hicieron su cuerpo más hidrodinámico, adoptando un aspecto fusiforme; desarrollaron una capa de grasa y un complicado sistema de termorregulación para mantener la temperatura corporal y expulsar el calor excedente; desplazaron la nariz a la parte superior de la cabeza y adoptaron un sistema de respiración voluntaria; escondieron mamas y genitales en pliegues de la piel; desarrollaron una compleja comunicación; sustituyeron la falta de visión por la ecolocación o localización por sonidos; redujeron los latidos del corazón en las inmersiones; incrementaron la absorción de oxígeno en cada respiración y su acumulación en los músculos.
Los mamíferos marinos que existen en el mundo se dividen en tres órdenes zoológicos: cetáceos (ballenas, delfines, orcas, etc.); pinnípedos (focas, morsas, leones marinos) y sirenios (manatíes y dugongos). En ocasiones, se han incluido especies aisladas de otros grupos, como la nutria marina (Enhydra lutris), un carnívoro mustélido. Pero, por sus características (animales con aspecto de pez, pero de reproducción vivípara, como los seres humanos; respiración fuera del agua por pulmones y no por branquias; amamantan a sus crías), los cetáceos han acaparado la atención de estudiosos y amantes de la naturaleza. Delfines y ballenas son los más conocidos, pero hay una gran diversidad de especies, cuyo tamaño oscila entre los poco más de ciento cincuenta centímetros de algunas marsopas a los más de treinta metros de la gran ballena o rorcual azul.
Los cetáceos se dividen, a su vez, en dos subórdenes. Uno, los mysticetos, comprende a las grandes ballenas, excepto al cachalote, que poseen barbas o láminas córneas. Otro, los odontocetos, como indica su nombre, tienen dientes, aunque, a veces, apenas son visibles, y un sólo agujero en el espiráculo u orificio de la parte superior de la cabeza. Este no es más que una nariz desplazada para facilitar la respiración mientras nadan o descansan en la superficie del agua.
Las ballenas y los seres humanos
En la actualidad hay unas cuarenta especies de ballenas y de ellas la mitad están consideradas como raras, es decir, que no son muy numerosas (puede que nunca lo fueran). Muchas de las ballenas de nariz alargada (o pico), entran dentro de esta categoría; por otro lado, la mayoría de especies con valor comercial están consideradas como especies amenazadas; entre ellas se cuentan el rorcual o ballena azul, el rorcual norteño, el rorcual franco, la ballena vasca, la ballena franca o de Groenlandia y muchas poblaciones de cachalote. La causa principal de la regresión de estas especies es la caza excesiva, que hace que el número de ballenas capturadas sea mayor que el de ballenas nacidas. Si la pesca de ballenas no se regula, muchas de estas especies desaparecerán y, en algunos casos, las poblaciones son ya tan reducidas que quizá nunca se recuperen.
Fuente:http://www.monografias.com/trabajos5/mamimar/mamimar.shtml