Hay que tener en cuenta que el alojamiento es uno de los aspectos más importantes a tener en cuenta a la hora de tener una tortuga como mascota. Los terrarios se tienen que adaptar a la cantidad y el tamaño de los animales que van a vivir en el.
Cuando las tortugas de tierra son pequeñas, un acuario viejo puede ser suficiente, pero al crecer es necesario comprar un recipiente de mayor tamaño. Su altura debe ser de aproximadamente 30 centímetros para evitar las corrientes de aire. El fondo se cubrirá con una capa de gravilla gruesa, rocas redondeadas y ramas secas, que aportarán comodidad al animal. Se ha de introducir en el acuario un cacharro para el agua y otro para la comida. Para que el hogar de esta tortuga sea confortable, tendrá que disponer de calefacción e iluminación.
Al igual que los otros reptiles, las tortugas no tienen una temperatura interna constante. Por eso necesitan de fuentes externas de calor. Basta con unas lámparas infrarrojas, que permiten el calentamiento del terrario y de la tortuga sin elevar la temperatura del ambiente.Esto no es suficiente ya que de vez en cuando, hay que permitir que la tortuga reciba directamente los rayos del sol que van a optimizar la producción de vitamina D, saludable para su piel.
Es conveniente colocar en algún lugar del terrario un refugio y un recipiente. El primero sirve para que las tortugas puedan resguardarse ante los cambios de temperatura y para que pasen retiradas su hibernación en otoño. El recipiente, sirve para adecuar el grado de humedad.