A partir de ahora, si te dicen que estas «como una cabra» la comparación no debería resultarte en absoluto ofensiva. Incluso podrías sentirte orgulloso.
Estudiando a fondo a los caprinos, los científicos han descubierto que no solo no tienen un pelo de tontos sino que, además, gozan de una memoria privilegiada y un sistema de comunicación bastante más avanzado de lo que se pensaba.
1. Tienen buena memoria
Las cabras aprenden a resolver tareas complejas, como sacar comida de una caja con un sofisticado mecanismo a gran velocidad. Lo que es más sorprendente: recuerdan cómo resolver el reto durante al menos diez meses, lo que indica que gozan de una buena memoria a largo plazo, tal y como concluían Elodie Briefer y sus colegas de la Universidad Queens Mary de Londres en ‘Frontiers in Zoology’.
Tras realizar una serie de experimentos con estos animales estos investigadores han llegado a la conclusión de que sus habilidades cognitivas explican por qué son capaces de adaptarse a ambientes extremos y de encontrar plantas de las que alimentarse en cualquier terreno, por inhóspito que parezca. E incluso en estas circunstancias son bastante sibaritas, hasta caprichosas a la hora de comer: saben qué hierba quieren y cuál no, y no se conforman con cualquier matojo sino que buscan los arbustos que más les «apetecen» en cada momento.
2. Se comunican
Las cabras hembra recuerdan la llamada de sus crías incluso si pasan más de un año separadas de ellas. Para demostrarlo, Briefer y su equipo pusieron a prueba a cabras pigmeas, grabando las voces de los cabritillos cuando acababan de cumplir cinco semanas y haciendo que sus madres volvieran a escucharlas pasados diecisiete meses sin ningún contacto.
Las progenitoras eran capaces de distinguir la llamada de las voces de otras cabras pequeñas, un claro indicador de que los vínculos sociales son importantes en estos mamíferos, que viven en sociedades con una organización bastante más sofisticada de lo que aparenta.
Eso sí, hay que admitir que las cabras están lejos de alcanzar el record de memoria de los delfines, que recuerdan y reconocen el silbido de cada uno de los compañeros con los que ha convivido hasta veinte años después de separarse.
3. Balan con acento
No todos los balidos son iguales. Estos animales pueden modular su voz para desarrollar diferentes sonidos y acentos, según el grupo en el que nazcan, tal y como publicaba la revista ‘Animal Behaviour’.
Así, el modo de pronunciar sus vocalizaciones no solo depende de la genética sino de dónde se crían, como nos sucede a los humanos. El acento se desarrolla en el tiempo que transcurre desde que tienen tan solo una semana de vida y pasan todo el tiempo junto a sus hermanos, protegidas de los depredadores, hasta que cumplen cinco semanas y forman grupos sociales con otros animales de la misma edad.
Según los investigadores, esta recién descubierta plasticidad vocal de las cabras y otros mamíferos revela una posible ruta en la evolución de la comunicación que, en último término, condujo al desarrollo del lenguaje y los distintos idiomas en nuestra especie.
Fuente: http://www.cienciaxplora.com/