Antes de empezar nuestro viaje debemos tener en cuenta si nuestro gato está acostumbrado a viajar o si se marea. Si no está acostumbrado a viajar en coche, es mejor acostumbrarlo primero haciendo trayectos cortos. Para evitar que se maree, es aconsejable dejarle en ayunas desde unas horas antes. Y si aún así se marea, el veterinario le podrá recomendar alguna medicación. En el gato, las feromonas que se pueden rociar en el transportín o en el vehículo, suelen ser muy efectivas.
El gato nunca debe viajar suelto en el coche: puede distraer al conductor o meterse entre los pedales y provocar accidentes, aparte de los daños que puede sufrir el mismo gato en caso de accidente. La forma más segura es colocar el trasportín en el suelo de los asientos traseros del vehículo, detrás del asiento del conductor o del asiento del copiloto.
El trasportín ha de ser lo suficientemente amplio según el tamaño del gato, y hay que colocar algo absorbente en el suelo.
En trayectos largos, se recomienda sacar al gato del trasportín con las puertas del coche cerradas para que estire las patas y que beba agua. Y nunca dejemos al gato dentro del coche al sol.