“Es un trabajador más, que forma parte del equipo”. Estos animales forman parte de terapias de distinta índole, como las de atención de trastornos de ánimo y adicciones.
Cualquier animal no sirve para este trabajo. “Para que un perro pueda convertirse en un ‘terapeuta’ de cuatro patas, debe ser entrenado por un adiestrador profesional, conocer las reglas elementales de obediencia y, especialmente, debe estar acostumbrado a mantener la calma en todo tipo de situaciones”.
Igualmente, existen animales entrenados específicamente como perros guía de personas en estadios iniciales de alzhéimer o de demencia.
Esta labor consiste en preparar perros especializados, tanto para realizar sesiones terapéuticas en residencias de mayores y colegios especiales para personas con discapacidad, como para cubrir las necesidades concretas de las personas que solicitan un animal de compañía en su domicilios.